google-site-verification: googlebac31cc9f7e4b52c.html

Lasso, C. A., de Paula Gutiérrez, F., Morales-Betancourt, M., Agudelo Córdoba, E., Ramirez-Gil, H., & Ajiaco-Martinez, R. E. (Eds.). (2011). II. Pesquerías Continentales de Colombia: cuencas del Magdalena-Cauca, Sinú, Canalete, Atrato, Orinoco, Amazonas y vertiente del Pacífico. Serie Editorial Recursos Hidrobiológicos y Pesqueros Continentales de Colombia. Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt, Bogotá, D. C., Colombia, 304 p.

DCA

En marco del Plan Operativo Anual (2011) del Programa de Biología de la Conservación y Uso de la Biodiversidad del Instituto de Investigación de los Recursos Biológicos Alexander von Humboldt, se llevó adelante la iniciativa “Diagnóstico de las pesquerías continentales de Colombia”, proyecto que forma parte de una línea de trabajo a largo plazo sobre los recursos hidrobiológicos y pesqueros continentales del país. Este proyecto involucró a 25 investigadores vinculados a 15 instituciones entre universidades, Organizaciones no Gubernamentales e institutos adscritos al Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial (MAVDT).

El documento se concentra fundamentalmente en el diagnóstico de las pesquerías de las grandes cuencas de Colombia distribuidas así: Magdalena-Cauca, Sinú, Canalete, Atrato, vertiente del Pacífico, Orinoquia y Amazonia. También considera las principales características y los impactos ambientales negativos que tienen lugar en cada una de ellas. La información pesquera incluye las especies a la fecha descritas, las que poseen un alto valor económico o las que son objeto de aprovechamiento para la pesca de subsistencia; las artes y métodos pesqueros utilizados; la población de pescadores; el historial sobre el aprovechamiento pesquero y finalmente, las rutas y formas de comercialización.

Se incluyen adicionalmente tres casos de estudio que tienen relación con temas claves en Colombia por sus aportes a las pesquerías y a la seguridad alimentaria. En primer lugar se consideran los recursos pesqueros en los embalses colombianos; en segundo lugar las pesquerías de las especies introducidas y trasplantadas en aguas continentales, con énfasis en las tilapias (Oreochromis niloticus, Oreochromis mossambicus y Oreochromis spp) y las cachamas (Colossoma macropomum y Piaractus brachypomum), que en muchos casos han pasado a sustituir a las poblaciones nativas o se han convertido en la solución económica ante el descenso de estas. Por último, se describe por primera vez la pesquería de juveniles de góbidos (Perciformes: Gobiidae), peces diádromos en ríos costeros de la vertiente Pacífica de Colombia.

Respecto a la cuenca Magdalena-Cauca, que es el centro económico de desarrollo de Colombia e involucra cerca del 80% de la población, se detallan sus problemas ambientales históricos no resueltos, que afectan y hacen incompatible la relación: medio ambiente-recursos hidrobiológicos y pesqueros. En 1976, se estableció para la cuenca el potencial pesquero entre 80.000 y 120.000 t.año-1, representado por 26 especies comerciales de un total de 167 conocidas para la red hidrográfica. La disminución de la producción desembarcada y registrada entre 1974 y 2009 fue del orden del 85%, siendo reconocidas 30 especies con algún grado de amenaza. En la década de los setenta la cuenca aportaba entre el 77% y el 95% de la pesca continental y respecto a toda la pesca nacional registrada, ha pasado del 69,0% al 18,63% en 2009. Así, se puede decir que los recursos pesqueros están en franca crisis y se pueden considerar algunos de ellos en vías extinción desde el punto de vista pesquero.

La cuenca del Sinú posee ecosistemas fragmentados por los desarrollos urbanos, agrícolas, industriales, mientras que la del Canalete muestra buenas condiciones y pocos impactos antrópicos. En 1989, el Sinú aportó 2.000 t.año-1, mientras que el río Canalete nunca ha hecho aportes significativos a las pesquerías nacionales. Hasta cuando se hizo seguimiento a la pesquería del Sinú (1997-2002), desembarcaba en promedio 1.130 t.año-1, siendo el 13% pesca de subsistencia y el 87% pesca comercial; para el 2009 las cifras oficiales registraron 242 t.año-1. Todas las poblaciones ícticas del Sinú están sobreaprovechadas debido a prácticas como el uso indiscriminado e ilegal de artes y aparejos de pesca y capturas por debajo de las tallas mínimas legales.

La cuenca del río Atrato, no es ajena a los impactos ambientales y a fenómenos naturales, y está afectada principalmente en la parte alta por la explotación de oro, plata y platino. El vertimiento de desechos municipales es común en toda la cuenca, al igual que la sedimentación, la desecación de ciénagas y la deforestación. La producción pesquera es de carácter marcadamente estacional, siendo más productiva en los primeros meses del año y durante las migraciones de algunas especies. En 2001, la cuenca media registró una producción de casi 5.000 t.año-1. En ciénagas (65.000 ha) la producción es de 1.600 t.año-1 (30,8 kg/ ha.año-1) con origen en las migraciones del bajo Atrato. Las especies aprovechadas son 40, siendo diez las comercialmente importantes. De estas, 27 son exclusivamente dulceacuícolas y 13 marino-estuarinas. Al igual que en otras cuencas continentales, las aproximaciones al estado de los recursos pesqueros denota que las poblaciones parecen haber llegado a su rendimiento máximo sostenible.

La vertiente Pacífica, tiene una superficie de 76.500 km2 formada por más de 200 ríos cortos y caudalosos debido a las precipitaciones (9000 mm.año-1). Las áreas costeras y continentales presentan alto grado de contaminación. Los registros ícticos alcanzan 38 especies, 21 de agua dulce y 17 de origen marino, que remontan los cauces de los ríos o desarrollan gran parte de su ciclo de vida en agua dulce. En términos de producción no hay registros disponibles de captura y la información que pueda existir está tan dispersa como las comunidades mismas. Es por esto que se hace necesario desarrollar mecanismos de recopilación de información de la pesca de subsistencia, para así evaluar el estado poblacional de las diferentes especies y failitar el establecimiento de mecanismos de control y protección.

En la Amazonia, se utilizan aproximadamente 88 especies para el consumo local, mientras que en la pesca comercial menos de 30 especies son las responsables por la dinámica socioeconómica que incorpora zonas pesqueras colombianas y de países vecinos, sustentada en bagres pimelódidos y algunos carácidos. Buena parte de los peces utilizados son recursos compartidos con otros países, por lo que se generan conflictos por su uso, manejo y regulación. Por tanto, es necesario posibilitar la estandarización de algunas normas pesqueras entre países, que permitan un provecho y manejo razonable de los recursos. Proceso que también requiere promover al menos otras estrategias como: a) una zona trinacional entre Colombia, Perú y Brasil para el manejo y aprovechamiento de pimelódidos migratorios, carácidos y osteoglósidos; b) acuerdos comunitarios locales de pesca para manejo de peces de subsistencia y otras especies comerciales, aplicados en los ejes longitudinales de los ríos de origen andino que cruzan la Amazonia.

Para la Orinoquia se presenta información sobre la pesquería de especies de consumo, discriminando los principales cuerpos de agua donde se llevan a cabo las faenas de pesca y sus condiciones físico-químicas. En la zona aproximadamente 2.458 personas ejercen la actividad pesquera, con estimaciones de captura por unidad de esfuerzo que varían entre los diferentes ríos, con cifras entre 60 kg/UEP/día y 5,66 kg/ UEP/día. En el período de 1995 a 2009, los registros indican que los desembarcos anuales variaron entre 7.742 t.año-1 y 1.024 t.año-1. Se comercializan 68 especies. Se destacan las amenazas a la biodiversidad, debido a las actividades antrópicas en la región, considerando la pérdida de la cobertura boscosa, reemplazada por cultivos para la ampliación de la frontera agrícola, como la de mayor impacto negativo sobre las poblaciones de peces bajo aprovechamiento.

En cuanto a los casos de estudio y respecto a los embalses en Colombia, que almacenan un poco más de 15 Mm3 y generan cerca de 8.987 MW, en su mayoría se han construido sobre los cauces de ríos de la cuenca Magdalena-Cauca y entre los 9 y los 2.000 m s.n.m. Albergan 77 especies de peces, de estas nueve exóticas y tres trasplantadas, que afectan las comunidades de las especies nativas, a lo que también se suman la altitud y la edad del embalse como factores reguladores. El rendimiento pesquero de los embalses colombianos está en el rango de las capturas reportadas en Suramérica para ecosistemas similares. Lo que sí ha ocurrido de manera consuetudinaria, en la construcción y diseño de los embalses, es que se ha bloqueado la migración de las especies, reduciendo las poblaciones de quienes tienen tal característica bien sea trófica o reproductiva. En general, la actividad pesquera desarrollada, es pesca de subsistencia y la producción está asociada a los cambios de nivel de las aguas, que se vuelven característicos de los embalses. Las especies capturadas son de pequeño porte y bajo valor económico. Cerca del 64% de los embalses construidos afectaron el sistema acuático y provocaron afectaciones a la población humana que hacía uso de éstos ríos y no es fácil cuantificar el cambio, al no contar con investigaciones previas y seguimientos posteriores en no menos del 98% de los embalses en operación.

Respecto a los aportes que hacen las especies introducidas y trasplantadas en aguas continentales, se muestra un panorama del estado actual de los procesos de introducción de las especies de las familias Centrarchidae (lobinas), Cichlidae (tilapias), Cyprinidae (carpas), Osphronemidae (gouramis), Pangasiidae (bagres pangasios) y Salmonidae (truchas, salmones) y de las especies transplantadas de las familias Arapaimidae (pirarucus), Prochilodontidae (bocachicos), Characidae (yamús), Cichlidae (mojarras amarillas, tucunares, pavones) y Serrasalmidae (cachamas, pacus). Así mismo, a través de la información existente se pudo comprobar que tanto las tilapias (plateada y roja) como las cachamas (blanca y negra) ya hacen parte de las pesquerías en aguas naturales, en ecosistemas en los que nunca habían estado. Se analizó la situación de su distribución, la contribución en las estadísticas pesqueras, el manejo y los impactos.

El último caso de estudio que hace referencia a las pesquerías de los góbidos en el Pacífico colombiano, muestra como las post-larvas del género Sicydium soportan una explotación pesquera importante al ser consideradas fuente de alimento, siendo esta actividad variable según la región donde se desarrolla. Es una actividad muy poco documentada en Colombia a pesar de la importancia e intensidad con que se realiza en algunas regiones. En el norte, la pesca se realiza en las desembocaduras de los principales ríos costeros (p. e. Valle, Juradó y Jurubirá) concentrándose la captura en los juveniles de Sicydium. Hacia el sur, las capturas se realizan no solo en las partes bajas, sino también en lugares alejados de las desembocaduras, como en San Isidro en el río Calima, San Antonio en Yurumanguí y San Isidro en Cajambre, donde comunidades indígenas y afrodescendientes aprovechan las migraciones de los góbidos junto a las de camarones del género Macrobrachium. Actualmente, no se cuenta con registros de los ríos donde se realiza la actividad, número de personas dedicadas a la extracción, volúmenes aproximados, esfuerzos de captura, así como la variabilidad en el tiempo. Información que es determinante para establecer la sostenibilidad de la actividad y el establecimiento de medidas orientadas al ordenamiento pesquero en las diferentes cuencas.