Goeske, J. (2000). Informe de Consultoría “Viabilidad de la Agenda Común”, 11 p.

DCA

Conclusiones del consultor

La recuperación de la CGSM representa un proceso social que requiere de la integración de componentes técnicos en el marco de esquemas de articulación política. Percibir el proceso como desafío técnico o ambiental significa correr serios riesgos en cuanto a la sostenibilidad del proyecto a mediano y largo plazo, no solamente por la escasez de recursos sino, también, por la necesidad de profundizar la coordinación interinstitucional y alentar el compromiso decidido de los habitantes de la CGSM.

Por ello, parece indispensable fomentar la activa participación de la comunidad y de sus organizaciones. Como las organizaciones comunitarias constituyen uno de los mayores capitales sociales de la zona, es deseable que los actores públicos depositen más confianza en ellas. Ello permitiría aumentar el compromiso de la comunidad con la recuperación del ecosistema, llegar a modelos más efectivos de gestión ambiental y control social del cumplimiento de normas, por ejemplo, del ordenamiento pesquero, así como alcanzar mayores niveles de pertinencia de las intervenciones desde el sector público, gracias al aprovechamiento del conocimiento existente en las organizaciones. Para ello será importante superar la visión excesivamente sectorialista de algunos actores públicos que, además, actualmente atraviesan una situación de alta incertidumbre con respecto a su subsistencia.

Si se avanzara en el diseño de una estrategia común, como marco orientador para el quehacer institucional de los diferentes actores, también se podría encarar de mejor manera el problema de descoordinación entre algunos actores públicos.

Las organizaciones comunitarias tienen una confianza muy selectiva hacia algunas instituciones públicas o profesionales que las representan. Por lo tanto, no se debe suponer la existencia de esquemas de concertación sólidos. Para robustecer estos esquemas, es indispensable afiatar la visión compartida de un proceso de articulación social con componentes técnicos, así como establecer acuerdos concretos y medibles en el corto plazo cuyo cumplimiento incrementará la confianza. En el fomento productivo debería primar una lógica que apunte a avances en el área de la comercialización y en la diversificación de la producción buscando aumentar el valor agregado de las actividades económicas desarrolladas en la CGSM. De esta manera, se podría responder a dos desafíos directamente relacionados con el desarrollo productivo en la zona.

Tanto los pescadores como los pequeños productores del sector hortícola, actualmente, venden su producción a acaparadores a precios relativamente bajos en comparación con los precios al consumidor final en los centros comerciales en Santa Marta y Barranquilla. Si los productores contaran con la posibilidad de comercializar directamente sus productos, podrían generar mayores ingresos, en beneficio de su situación social.

Además, en el caso de los pescadores, los estrechos márgenes de ganancia en la venta del pescado los obliga a apuntar a grandes volúmenes de extracción, en desmedro de la recuperación de las especies en la CGSM. Por consiguiente, al haber la posibilidad de incrementar los márgenes de ganancia, existirían condiciones para aliviar la presión sobre los recursos pesqueros.

La aplicación de enfoques de desarrollo económico local y competitividad sistémica podrían promover esquemas virtuosos de concertación de actores enmarcando las lógicas sectoriales en estrategias integrales de desarrollo sustentable en las dimensiones ecológica, productiva y social.

La incorporación de los municipios al diseño de esta estrategia y su implementación por medio de proyectos sociales, productivos y de protección ambiental podría ayudar a agilizar los necesarios procesos de concertación social.

Actualmente, existen dos amenazas que hacen peligrar el éxito del proyecto: el conflicto armado y el reiterado incumplimiento de acuerdos por parte del Gobierno Nacional que, por ejemplo, podría terminar con el colapso de los caños y, por ende, del ecosistema y del sistema social de la zona en su conjunto.

Por otra parte, se deben reconocer dos oportunidades: la reciente declaración de la CGSM como reserva de biosfera y la Agenda Común que, en este momento, constituye un elemento aglutinador que podría tener la suficiente fuerza de convocatoria para comprometer al conjunto de los actores locales, regionales, el gobierno nacional y la comunidad internacional.

Del seguimiento eficiente de la Agenda Común y su cumplimiento dependerá cómo se aprovechan estas oportunidades, para crear las bases que permitan definir e implementar un modelo de gestión social y ecológicamente sustentable, sobre la base de los buenos resultados que se han logrado hasta la fecha.