Introducción: En la región de la Ciénaga Grande de Santa Marta se encuentra el área de bosque de manglar más extenso (51.150ha.) de la costa Caribe colombiana (Álvarez-León, 1993)1 . La comunidad vegetal está conformada por bosques homogéneos de mangle rojo (Rhizophora mangle L.), mangle salado (Avicennia germinans (L.) Stearn.) y mangle amarillo o bobo (Laguncularia racemosa (L.) GAERTN). Conocarpus erecta (L). es la especie menos común y su distribución es más localizada (Botero y Botero, 1989)2. El taponamiento y la desviación de algunos caños que suministraban agua dulce al ecosistema, sumado a obras civiles realizadas para la construcción de vías carreteables, desestimaron la importancia de las comunicaciones entre el río Magdalena, el conjunto de ciénagas y el mar; con el tiempo, el resultado de estas obras fue la hipersalinización de los suelos y como muestra más conspicua del desastre, la muerte de miles de hectáreas de bosque de manglar. A principios de los años 70, junto con el deterioro de grandes extensiones del bosque se empezó a detectar la disminución y en el peor de los casos la ausencia de algunas especies tanto de peces, aves, mamíferos, como de otros organismos asociados al manglar. -Para los pobladores de la región, la reducción del recurso pesquero trajo como consecuencia más importante una disminución en la calidad de vida, ya que casi el total de los habitantes de la región dependen para su supervivencia de la pesca. González (1991)3, estimó que entre 1956 y 1987 la cobertura del bosque de manglar se había reducido en más del 40%, calculando que en promedio se habían perdido 579.5 ha/año. A partir de 1987 y hasta 1993 la tasa de mortalidad del bosque aumentó a 1531 ha/año (Gónima el aL datos sin publicar, En: Botero y Mancera-Pineda, 1996)4, aumentando el porcentaje de bosque de manglar muerto al 60% de área original (Botero y Mancera-Pineda, 1996)4. Con la premisa de que “recuperando las comunicaciones y flujos de agua que existían en la zona, se logrará la restauración del ecosistema”, el proyecto “Pro-Ciénaga” planeó el dragado y la apertura de caños que anteriormente conducían agua dulce desde el río Magdalena a la Ciénaga Grande y la construcción de alcantarillas para recomunicar el sistema de ciénagas nuevamente con el mar. El primero de los caños, el caño Clarín, localizado al norte del sistema, está funcionando desde enero de 1996 y aporta entre 10 y 20m3/seg. de agua dulce al complejo lagunar. Las obras de otros dos caños para conducir agua desde el Magdalena, el caño Aguas Negras y el Renegado, se llevan acabo actualmente y se espera que entren en funcionamiento en este año. La disminución de los valores de salinidad en el agua y en los suelos mejorará las condiciones, hasta permitir la recuperación del bosque de manglar, algunos de los efectos de la apertura de los caños y box-coulverts ya se han hecho palpables, mejorando notablemente el desarrollo de la vegetación en las inmediaciones del caño Clarín. Las abras de apertura de los caños ha estado acompañada por monitoreos e investigaciones de los cambios generados sobre el ecosistema. Los resultados de estos estudios se presentan en informes de actividades, en los cuales se describen las observaciones en el campo en sitios en la Ciénaga Grande que tienen la influencia de la entrada de agua dulce y experimentos realizados en el vivero Un punto importante que se ha considerado a lo largo de las investigaciones es determinar en que zonas se está adelantando una regeneración natural del bosque para establecer si es necesario o no la implementación de la reforestación artificial para lograr recuperar la vegetación en un tiempo más corto. Actualmente continúan las investigaciones que estiman la regeneración natural y artificial del manglar en las zonas de influencia de la entrada del agua dulce por los caños reabiertos y como complemento a los resultados que aquí se presentan, se llevan a cabo estudios de dispersión de los propágulos y evaluación de los cambios en la estructura del bosque de manglar, a corto plazo, después de la apertura del caño clarín hace dos años. Para evaluar los cambios, no sólo en lo que se refiere a la vegetación, CORPAMAG-GTZ, INVEMAR y la Universidad del Magdalena realizan mediciones de las principales variables físicas, químicas y biológicas que regulan los procesos de producción y biodiversidad del ecosistema. Los resultados de estos monitoreos deben servir para evaluar el impacto de la entrada de agua dulce al ecosistema y proveer herramientas que permitan realizar gestiones de manejo y regulación del sistema de compuertas implementados en la boca de los caños.