Este texto está construido con base en algunas voces de mujeres que viven en diferentes corregimientos de la Ciénaga Grande de Santa Marta, mujeres protagonistas de una realidad que se divisa de manera interconectada y compleja. Estas abuelas, madres, hermanas, esposas, hijas y nietas han vivido y sobrevivido a las calamidades que esta eco región a sufrido a lo largo de varias décadas, desde que, en nombre del “progreso” y el “desarrollo”, se comenzó a perjudicar a un ecosistema endémico que hoy agoniza por culpa de la intervención irresponsable del hombre. Esta intervención comenzó con la construcción de la carretera Ciénaga-Barranquilla, que interrumpió el flujo natural entre el mar y la Ciénaga; luego la extensa y no precavida fumigación de las plantaciones de banano en la Zona Bananera que arroja químicos a los ríos que desembocan en la ciénaga; y por último, el cambio del curso natural de los ríos y arroyos que alimentan a la ciénaga de agua dulce, pues son muchos los terratenientes que sin más reparo solo privatizan para sí mismos el agua de los arroyos para sus extensas plantaciones de palma africana.