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INVEMAR. (2021a). Monitoreo de las condiciones ambientales y los cambios estructurales y funcionales de las comunidades vegetales y de los recursos pesqueros durante la rehabilitación de la Ciénaga Grande de Santa Marta. Informe Técnico Final 19: 2020. INVEMAR, 193 p. & anexos.

http://www.invemar.org.co/documents/10182/0/ITF_CGSM-2020/c4549638-f31e-4e1e-8a0b-8ffc5e0d3002

INTRODUCCIÓN: La Ciénaga Grande de Santa Marta – CGSM es el complejo lagunar estuarino más extenso de Colombia (Blanco etal., 2006), comprende el cuerpo central de la ciénaga, el complejo de ciénagas de Pajarales y la Isla de Salamanca (Cotes, 2004). Se encuentra ubicada en el departamento del Magdalena, norte de Colombia, separada del mar Caribe por la Isla de que derivan su sustento de forma directa e indirecta de los recursos que Salamanca y en la parte continental está limitada por la planicie de inundación del río Magdalena al oeste y suroeste, y con la Sierra Nevada de Santa Marta al este y sureste. Además de la importancia ecológica de este ecosistema, en ella tienen asiento 14 municipios provee el ecosistema. Geográficamente, en la ecorregión de la CGSM ejercen jurisdicción los municipios de Sitionuevo, Puebloviejo, Remolino, El Retén, Salamina, Zona Bananera, Pivijay, Ciénaga, Aracataca, El Piñón, Fundación, Concordia, Zapayán y Cerro de San Antonio; incluidas en Sitionuevo las comunidades palafíticas de Buenavista y Nueva Venecia, en el complejo de Pajarales. Estas 14 entidades registran una población de 510.715 habitantes, en los cuales destaca la que se concentra en el casco urbano y área rural de Ciénaga (124.339 habitantes), la Zona Bananera (73.933 habitantes), Pivijay (38.973 habitantes), Aracataca (41.492 habitantes), Sitionuevo (29.159 habitantes) y Puebloviejo (32.188 habitantes) (DANE, 2020); municipios en donde las actividades económicas se enfocan en la pesca artesanal, agroindustria, ganadería y la economía informal (Vilardy-Quiroga y González Novoa, 2011). Por sus características hidrológicas, ecológicas y geomorfológicas, los ecosistemas estuarinos son considerados uno de los ecosistemas más productivos en el mundo (Day et al., 1989). La CGSM y sus ecosistemas como los manglares, proveen servicios ecosistémicos de gran importancia para el bienestar, seguridad alimentaria y calidad de vida de las poblaciones aledañas, al tiempo que aporta beneficios del orden nacional, enfocados a la protección contra fenómenos naturales, producción de alimento y mejora en la calidad del agua; además de proveer beneficios de escala global como la captura de carbono y mitigación del cambio climático (De la Peña etal, 2010).

Por su gran riqueza natural y condiciones ecológicas especiales, se encuentra cobijada bajo cinco figuras de conservación, el Parque Nacional Natural Vía Parque Isla de Salamanca VIPIS (declarado en 1964), El Santuario de Flora y Fauna de la Ciénaga Grande de Santa Marta – SFF CGSM (declarado en 1977), Humedal RAMSAR (1998), Reserva de Biosfera (2000) y área de importancia internacional para la conservación de aves (IBA/AICA) dentro de la iniciativa de Birdlife Internacional y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza- UICN. A pesar de su gran importancia, el complejo lagunar llegó a un avanzado estado de deterioro ambiental producto de actividades antrópicas, relacionadas con disminución de caudales de los ríos de la Sierra Nevada de Santa Marta por la canalización para los cultivos de banano; por la construcción de la carretera Barranquilla-Ciénaga (entre 1956 y 1960) que ocasionó el cierre de algunas bocanas naturales de intercambio entre el mar y la CGSM (Barra Vieja, Rincón del Jagüey), dando inicio a los incrementos de salinidad en los suelos de manglar por la alteración de los flujos hídricos (Dilger y Schnetter, 1998) y por la paulatina construcción de canales y diques para facilitar la extracción y aprovechamiento de recursos forestales que afectó el relieve, la microtopografía y el drenaje de los bosques cercanos a los caños Clarín y Mendegua. Por otra parte, en la década de los sesenta y principios de los setenta, la construcción de los carreteables Medialuna-Pivijay-Salamina y Palermo-Sitio Nuevo, el puente del río Magdalena y una serie de diques y terraplenes para impedir la inundación de predios de uso agrícola y ganadero, y para desviar aguas del río Magdalena con fines de irrigación que causaron un grave desbalance en la entrada de agua dulce al sistema (Dilger y Schnetter, 1998). La interrupción de los flujos de agua entre la Ciénaga, el río Magdalena y el mar Caribe, desencadenaron el incremento de la salinidad en los suelos y cuerpos de agua internos, alcanzando valores de hasta 120 unidades de salinidad en áreas de manglar (INVEMAR, 2002), lo cual generó la pérdida de aproximadamente 285,7 km2 (28.570 ha) de manglar entre 1956 y 1995 (correspondiente al 55,8% de la cobertura de bosque que existía originalmente), mortandades masivas de peces y la desaparición de la ostra, uno de los recursos más importantes del sistema (Mancera y Vidal, 1994; Viloria etal.,2012). Los efectos sobre los recursos naturales han sido igualmente acelerados por una creciente población humana que ha hecho uso indiscriminado de los mismos, destacando las comunidades de pescadores que constituyen el grupo social que ha interactuado por más tiempo y con mayor proximidad con el cuerpo lagunar, lo cual les ha garantizado el uso de los recursos sin una regulación estatal y social efectivas (PROCIÉNAGA, 1995). Estos impactos generaron pérdidas económicas importantes y deterioro de la calidad de vida de los habitantes.

Con el objetivo de promover la disminución de la salinidad en el ecosistema a través del restablecimiento del régimen hídrico y lograr recuperar la cobertura vegetal, los recursos pesqueros y contribuir al bienestar social de las comunidades, se inició en el año 1992 el “Proyecto de rehabilitación de la ecorregión de la Ciénaga Grande de Santa Marta (CGSM)” – PROCIENAGA (Rivera-Monroy etal., 2001). El proyecto tuvo como finalidad la reapertura de 5 canales naturales pre-existentes, con conexión al río Magdalena y la conexión del complejo lagunar con el mar a través de una serie de box-culverts construidos bajo la carretera (Garay etal., 2004). Desde la apertura de los canales y hasta la fecha, el INVEMAR ha venido realizando el monitoreo ambiental con el apoyo de CORPAMAG y el MinAmbiente en el marco de diversos convenios de cooperación. En el presente informe, se presentan los resultados de la evaluación de la calidad de aguas, el monitoreo de los bosques de manglar y los recursos pesqueros en el periodo comprendido entre octubre de 2019 y marzo de 2020 para los componentes de calidad de aguas y bosque de manglar y para el componente de recursos pesqueros entre octubre de 2019 a septiembre de 2020, enfatizando en todos los casos con un análisis de la serie histórica del monitoreo ambiental. Lo anterior debido a la emergencia sanitaria por COVID-19 que se presenta en la región y que impidió la toma de información en la mayoría de los meses de evaluación. El análisis realizado permitió describir el comportamiento del complejo lagunar frente a las actividades de recuperación establecidas y su respuesta frente a los crecientes tensores ambientales de la zona. Así mismo, se incluyen los resultados obtenidos en el Convenio No. 40 de 2014 celebrado entre INVEMAR y CORPAMAG que busca el fortalecimiento del monitoreo ambiental en esta área, incluyendo el análisis de contenidos de metales pesados en sedimentos y tejido muscular de peces de interés comercial, los microorganismos que puedan afectar la salud humana o del ecosistema, el estado fitosanitario del bosque de manglar, la abundancia y composición de aves como indicador del estado de conservación del bosque y algunas variables biológicas relevantes al manejo pesquero (tallas de madurez sexual de principales especies de recursos pesqueros). Se incluye un diagnóstico general del área de estudio de acuerdo a la información recopilada durante el año de estudio y unas recomendaciones generales dirigidas al manejo del complejo estuarino.