De la Rosa, J. N. (1820). Floresta de la Santa Iglesia Catedral de la ciudad de Santa Marta. Imprenta de D. José Esteran, 287 p.

DCA

Libro tercero, capítulo X, páginas 266-272: Mar, rios y peces de la provincia de Santa Marta:

El mar que por las orillas seplentrionales baña lasriberas de nuestra provincia es, como ya dijimos, el del Norte, claro, apacible y espacioso, mas por excusar ponderaciones encosa tan sabida, solo diremos que viendo sucristalina apacible llanura unapersona dedistincion de la provincia á dentro, qué ahora muchos años bajó á la costa, maravillado dija: Que hermoasa sábana para poner el ganado de mi padre. No había visto el sencillo caballero hasla entonces mas que los prados á que llaman Sábanas, en que pastaban los ganados mayores y menores, ni menos hala visto mar; y no persuadiéndose á que lo fuese aquel llano (aunque sabía que lo habia), como le vió tan quieto vihrando con los rayos del sol, un color subidisimo de esmeralda, lo consíderó prado, en que, segun lo que descubrió con la vista, le pareció caber con desahogo quinientas mil reses, y así dió á entender la opulencia de sus ganados, sín hacerse cargo de la disparidad del objeto. Celebraron los acompañados su sencillez con tanto extremo (pedíalo el caso) que ha quedado hasla hoy por problema jocoso. El flujo y reflujo de sus olas en el puerto y en las demas ensenadas colaterales, es tan sutil y suave, que divierte sirviendo de paseo sus playas, sí bien en donce sigue costa rápida á forma barra, es muy fuerte, empollándose las agnas á el impulso de los vientos; de suerte, qua no se puede mantener en sus orillas aun una pequeña lancha , y por esto es comunmente reputada por costa brava………………….